viernes, junio 02, 2006

EL FESTIN DEL PETROLEO

"Los hombres indiferentes a la desventura de la Nación; aunque sean privadamente laboriosos, son los auxiliares inconscientes de las desgracias y corrupciones de los pueblos. Su indiferencia los vuelve aliados tácitos de los tiranos, y con su pusilanimidad se convierten en instrumentos pacíficos, prontos a protestar contra los esfuerzos del patriotismo, que en unión del tirano, contribuyen a sacrificar. ¡Obreros de la regeneración, perdonad a esos desgraciados que no saben lo que hacen!" Eloy Alfaro

TRES GOTAS DE COMBUSTIBLE

"Una de las mayores desgracias de un país petrolero, caído en manos de compañías extranjeras, consiste en ser un país de sordos, mudos y ciegos.
Los sordos son, por supuesto, los que gobiernan. Como sus oídos están sellados con una sólida mezcla de oro y asfalto, jamás llegan hasta ellos los clamores de la nación sometida, las constantes quejas del pueblo. Sentados sobre una torre petrolera, sus orejas se destapan - y no siempre - sólo cuando un fuerte terremoto sacude la torre. Tal sordera resulta explicable: si a la silla de un rey jamás llegan los lamentos e imprecaciones de la plebe, menos pueden llegar a la cumbre de una torre petrolera, que es cien veces más alta que el trono de cualquier monarca.
En cuanto a los mudos, son los gringos petroleros, que jamás se hacen entender, ya que nunca se dignan hablar la lengua nativa. Ni cuando gruñen en su propio idioma se los entiende, pues apenas pronuncian una letra, un vómito negro les sale de las entrañas y cae, como duchazo espeso y caliente, sobre el público. Cosa que también se explica fácilmente, pues un gringo petrolero come sólo petróleo del mismo modo que comen solamente carne los animales carniceros. Desde luego con una notable diferencia. Los segundos - la hiena, por ejemplo - como animales subdesarrolados que son, tienen la tonta costumbre de tragar solamente lo que su panza les permite. El gringo petrolero, luego de saciarse, devora previsoramente grandes reservas, "por si las moscas", para aguantar los malos tiempos. Con la desventura de que esa previsión no le pone a cubierto del exceso, debido al cual el robusto y desarrollado animal vomita por barriles, y en ocasiones revienta.
¿Y los ciegos? ¿Quiénes son los ciegos en un país petrolero? Pues todos, salvo tres o cuatro genios que, por serlo, están sentados encima de la torre. Es decir, ciegos son Luis, Antonio, María, José, Perico de los Palotes, la Juana y la Chana. Seres sin apellidos, que claman diariamente ante los sordos de la torre, y que si algo preguntan a los mudos reciben por respuesta ese vómito espeso. La ceguera de estos seres desdichados se produce, cabalmente, de tanto mirar la cúspide de la torre, donde baila un sol de reyes, cegador, y a causa del vómito quemante que les cae sobre los ojos. Mas la suya no es una calamidad eterna. Llega el día en que los sordos ruedan desde su altura hasta hundirse en un pozo, y en que los mudos se ahogan en su propio vómito. Brilla finalmente el sol de los humildes, restituyendo la luz a los ciegos. Entonces el petróleo, convertido en energía y riqueza comunes, se encarga de curar los ojos lacerados.
Con la aspiración de que ese día esté cercano, y de que los ciegos vean pronto..." he transcrito estas líneas que escribiera Jaime Galarza hace muchos años como introducción a su libro "El festín del petróleo"
Porque ya es hora de frenar tantos abusos y mentiras. Hace pocos días un representante de la compañía Occidental, reveló públicamente en un foro sobre el petróleo, que jamás invirtieron mil millones de dólares para la explotación de crudo en el Bloque 15, sino sólo cuatrocientos millones, y que esa inversión había sido recuperada y y sus ganancias la ampliaron con creces, por lo tanto no les afectaba mayormente la caducidad de su contrato con el estado ecuatoriano. Y sin embargo, apoyados por el gobierno estadounidense, han demandado una compensación por supuesta confiscación de bienes, por la cantidad de mil millones de dólares.
Abramos los ojos de una vez y no permitamos que nos sigan engañando.