jueves, marzo 02, 2006

He despertado del letargo creativo. Tras largos meses sumida en el silencio absoluto; tras haber sido abandonada por las ideas; hoy he vuelto a escribir.
Durante este tiempo intentaba sentarme y garrapatear unas cuantas frases que sirvieran como paliativo a mi dolor; cuando soy incapaz de crear un nuevo mundo para refugiarme, el dolor inunda mi ser; siempre me había jactado internamente de escribir en la mente; todos los días la búsqueda de literatura, en cualquier lugar y sin necesidad de papel y lápiz, me asaltaba y se apoderaba de mi atención.
Mas eso era antes de la hibernación de mis ideas. Luego, sólo le sobrevino un absoluto silencio. Y sí, digo silencio porque las ideas me hablan, me gritan, se arremolinan, me avasallan, se inquietan, se empujan entre sí para llamarme la atención, para que haga de ellas el uso que a bien tenga.
Tantos meses luchaba por encontrar un rayito de luz que me indicara el camino a seguir para reencontrarme, pero ni un reflejo encontraba. Y ahora, un torrente de luz ha vuelto a iluminar mi mente, otrora sumergida en la oscuridad. He vuelto a ser feliz.
Porque una persona no debería escribir, si no le hace falta. Si una persona no puede vivir en paz y armonía con su yo interior, mientras no se dedique al fascinante mundo de la literatura, pues entonces deberá hacerle frente a sus miedos y escribir. Sólo escribir. Escribir como opción de vida.
No sé si alcancen mis humildes ideas plasmadas en un texto a ser literatura de gran valía; pero de algo estoy consciente y segura, y eso es que no puedo ser feliz mientras no escriba.
Yo sólo quiero escribir.