viernes, abril 24, 2009

PARA HACER MEMORIA COLECTIVA






Estoy consciente de que muchas personas no leerán esto; pero para quienes decidan leerlo con responsabilidad, es mi deber aclararles que por ningún motivo estoy tratando de decir por quién deben votar para Presidente, tan sólo es mi forma de responder al cúmulo de correos electrónicos recibidos pidiéndome que vote por Lucio Gutiérrez. Estas son las razones por las que no lo haré.

Días antes de las elecciones de noviembre del 2002, en que fue elegido como presidente Lucio Gutierrez afirmaba esto en una entrevista, respecto a sus planes de gobierno:

El principal es la lucha contra la corrupción para lo cual proponemos la despolitización, la despartidización y el fortalecimiento de las instituciones democráticas ecuatorianas para lograr una verdadera institucionalización, una democracia auténtica en el Ecuador. El segundo objetivo es reducir la pobreza en el país, para lo cual hemos priorizado la inversión en educación y salud y para crear fuentes de trabajo en el sector agropecuario, turistico y de la minería. El tercer objetivo es dar seguridad al Ecuador: seguridad jurídica, seguridad social, seguridad ciudadana, seguridad ambiental y seguridad alimentaria. Y el cuarto gran objetivo es mejorar la competitividad de nuestro país, para lo cual tenemos que bajar el costo del Ecuador, el costo país. Para ello tenemos al menos cinco puntos que hacer en Ecuador. Primero tenemos que bajar las tasas de intereses, segundo tenemos que importar tecnología, tenemos que reducir algunos impuestos, cuarto tenemos que mejorar lo! s servicios en el Ecuador y quinto tenemos que reducir el tiempo que duran los trámites burocráticos, administrativos y judiciales en nuestro país.

Al principio de su gobierno, vimos un marcado nepotismo; su hermano Gilmar Gutiérrez dirige el grupo de diputados de su partido Sociedad Patriótica; un sobrino suyo (de 18 años) fue contratado por el Consulado de Ecuador en Houston; su cuñado, Renán Borbúa (se acuerdan de los Borbuvideos??) es su hombre de confianza, de quien además se comentó mucho acerca de su cambio a una de las urbanizaciones de Samborondón, a una casa nada modesta y muy costosa. La primera acusación severa en contra de la administración de Lucio Gutiérrez Borbúa fue la de nepotismo. Sin oír las constantes advertencias, el ahora ex presidente se rodeó de sus familiares en un sinnúmero de puestos públicos. La figura más destacada en esta red de parentescos fue la de Napoleón Villa, esposo de Janeth Gutiérrez Borbúa, quien tuvo un lugar preponderante en Carondelet. A pesar de que Villa cometió crasos errores políticos y de sospechas de haber sido el enlace en las presuntas relaciones de Gutiérrez con el narcotráfico otro de los hitos en la caída del mandatario-, el Gobierno hizo el intento, aunque fallido, de enviar al ex dirigente de Sociedad Patriótica como magistrado al Tribunal Andino. Su apellido apareció en el Gobierno de Gutiérrez en el Fondo de Solidaridad, Petrocomercial, Pacifictel y en las listas de los enviados a embajadas ecuatorianas en el exterior. El suplemento investigativo de diario Hoy, Blanco y Negro, contó en septiembre de 2003 una decena de familiares de Villa en altos cargos.
También la familia materna Borbúa encontró ubicaciones en embajadas, en el Congreso, en el Fondo de Inversión Social, en algunos puestos oficiales en la Amazonía y en el Banco de Fomento. También los diputados Gilmar Gutiérrez y Renán Burbúa ubicaron a sus parientes en varios cargos en Petrocomercial, Autoridad Portuaria, Pacifictel y la Corporación Financiera Nacional. Las denuncias no tuvieron ningún efecto de enmienda.

Tanto el financiamiento de la campaña presidencial de Lucio Gutiérrez como el financiamiento de la contienda de su partido en los comicios seccionales provocaron serias crisis políticas para el ex presidente, quien, sin embargo, utilizó sus alianzas para liberarse de los juicios políticos planteados en su contra por estos casos. En noviembre de 2003, Gutiérrez fue acusado de haber recibido $30 mil para la campaña presidencial de parte del ex gobernador de Manabí y empresario César Fernández, detenido en octubre junto a otras 13 personas, cuando se aprestaba a enviar 428 kilos de cocaína a los Estados Unidos. En este caso (así como en las denuncias de haber recibido material proselitista de México), el respaldo de las Fuerzas Armadas fue decisivo para liberarlo de las acusaciones de estar relacionado con los cárteles de Sinaloa en México.

Otro juicio político, por su obvio respaldo a Sociedad Patriótica y sus aliados en los comicios seccionales, fue desviado en el Congreso con los votos de dos diputados socialcristianos, Luis Almeida y Rocío Jaramillo, de la Izquierda Democrática Aurelio Llori y de Felipe Tsenkush, Héctor Orellana y Augusto Gerrero, de Pachakutik, a los que se acusó de haber sido comprados por el último ministro de Gobierno del Régimen, Óscar Ayerve. En el campo político, las cambiantes alianzas del partido de Gobierno demuestran la debilidad del proyecto de Lucio Gutiérrez y lo orientan claramente al desenlace.

Su primera ruptura se produjo en agosto de 2003, cuando dio por terminada su alianza con el movimiento indígena y despidió a los ministros de Pachakutik, entre ellos la canciller Nina Pacari. Luego se produjo un intermedio, en el que el Gobierno se acercó al Partido Social Cristiano, alianza que se rompió definitivamente a raíz del ingreso de Carlos Arboleda en la Agencia de Garantías de Depósitos y su rechazo a aceptar la propuesta de pago de las deudas de Agustín Febres Cordero, hermano del líder socialcristiano León Febres Cordero. El 8 de noviembre, tras la visita de Gutiérrez a Panamá, donde se reúne con Abdalá Bucaram, asume el Ministerio del Interior Jaime Damerval, cuya cercanía al Partido Roldosista hace prever ya en ese entonces el retorno de Bucaram. Con el argumento de que el Partido Social Cristiano, al renunciar a la Presidencia del Congreso, perdió su oportunidad y que la Izquierda Democrática ya ocupó esa dignidad, impone a Omar Quintana, del PRE, en la máxima posición en el poder Legislativo. El retorno de Abdalá Bucaram, a través de la reorganización de la Corte Suprema con ayuda sobre todo de Álvaro Noboa, constituye el decisivo traspié en la caída de Lucio Gutiérrez.

Sin embargo, después de todo lo que ofreció en campaña, rápidamente, Lucio Gutiérrez empezó a mostrar su verdadero rostro. En el 2003 pactó con el FMI un programa de ajuste considerado como nefasto: congelación salarial hasta el 2007, 120.000 despidos en el sector público, no reconocimiento del derecho de huelga en el sector público, el aumento del precio del gas en un 375%, privatización del sector eléctrico, petrolero, teléfonos, agua, etc. Las huelgas en distintos sectores estuvieron presentes durante todo su mandato y en las elecciones municipales de octubre de 2004 sufrió un fuerte revés electoral con un escaso 5% de los votos.

A fines de 2004 empezó a caer más en desgracia al ser acusado de uso indebido de dinero público, cohecho y delitos contra la seguridad del Estado. Su alianza con el PRE y Prian le permitió que el Congreso sustituyera en diciembre a 32 jueces de la Corte Suprema de Justicia. Tras las elecciones municipales la debilidad de Lucio Gutiérrez se hizo más evidente. Con el fin de evitar una moción de censura se alía con dos partidos, el partido Renovador Institucional Acción Nacional (PRIAN) y el Partido Rodolsista Ecuatoriano (PRE) del ex presidente Abdalá Bucaram, que tuvo que salir huyendo del país en 1997, acusado de corrupción, ante la indignación popular. El precio que impone el PRE a Gutiérrez, a cambio de su apoyo en el Congreso, es un cambio en la Corte Suprema de Justicia (CSJ). El 8 de diciembre se cambian 27 de los 31 jueces que forman la institución, siendo el nuevo presidente del CSJ, Guillermo Castro Dager, el Pichi, un amigo de Bucaram, que no tarda en actuar. La jugada se completa el 31 de marzo cuando se anuncia la anulación de los juicios penales contra los ex - presidentes Abdalá Bucaram y Gustavo Noboa, y también Ricardo Noboa, ex vicepresidente involucrado en el sonado caso del mal manejo de los gastos reservados durante el gobierno de Sixto Durán Ballén; abriendo la puerta de su retorno al país e, incluso, a que se puedan presentar en las presidenciales de 2006.

El 26 de enero y el 16 de febrero se producen manifestaciones de 100.000 personas en Quito y Guayaquil, las dos principales ciudades del país, que muestran el tremendo malestar que se vive. Al frente de éstas se encuentran el alcalde de Quito, Paco Moncayo, de la Izquierda Democrática (ID) y el de Guayaquil, Jaime Nebot, del Partido Social Cristiano. Mientras los manifestantes exigen claramente la salida de Gutiérrez, los alcaldes insisten una y otra vez: “No queremos que se vaya. Sólo queremos que rectifique”. Su objetivo es bien distinto al de los manifestantes. En realidad, estos alcaldes tratan de apoyarse en un movimiento fuerte en la calle para defender su posición y sus privilegios. Quieren hacer fuerza para negociar con el presidente su cuota de influencia en la judicatura que se ha visto mermada o eliminada, con el cambio de jueces en el CSJ.

Pero la llegada al país de Bucaram, a principios de abril, cambia el ambiente de forma radical. La respuesta popular no se hace esperar. Una vez más, la grosería política, el desprecio del gobierno hacia la voluntad popular, desata la indignación de las masas ante la manipulación e impunidad de los poderosos.

El 5 de abril se dan las primeras movilizaciones, sobre todo, en Quito. 3000 manifestantes al grito de “Fuera Lucio” van a la sede del Congreso donde son reprimidos contundentemente y hay más de 100 afectados por los gases lacrimógenos. Se forma la Asamblea Ciudadana de Quito, presidida por el Alcalde, Paco Moncayo, y autoridades de seis provincias, todos ellos de ID y del partido Pachakutik. El 11 de abril se anuncia un paro en la provincia de Pichincha. A partir del 12 de abril se llama a la huelga general indefinida. El Alcalde de Quito está dispuesto a desconvocar el paro si en la reunión del congreso se llega a un acuerdo. Estos dirigentes, que quieren limitar la lucha a la cuestión de la Corte Suprema y volver a la tranquilidad lo antes posible, serán sobrepasados por el propio movimiento en los días posteriores. La CONAIE se suma a la movilización el 13 de abril. El presidente, intentando frenar un movimiento que teme se le vaya de las manos, envía un proyecto de ley al Congreso para cambiar el CSJ. Ya es demasiado tarde. Y es que la vuelta de Bucaram no ha sido más que el accidente que ha hecho estallar el malestar y la frustración acumulada por la población en un país marcado por la grave situación económica.

El rechazo al gobierno de Lucio Gutiérrez no se puede explicar sólo por su actuación con la CSJ, sino por su política de ataques sociales y alianza con el imperialismo. El grito de guerra es “Que se vayan todos”, “Fuera Lucio”, que refleja el rechazo a todos los políticos tradicionales y la falta de confianza en un sistema, que es fuente de abusos, corrupción y miseria.

La visita de marzo de ese año, del director general del FMI, Rodrigo Rato, a Ecuador no fue ningún detalle. Al día siguiente hubo una movilización de decenas de miles de personas en Quito para rechazar sus planes (despido de 5000 empleados públicos, recorte del gasto social, eliminación de subsidios y la apertura de los sectores petrolero y energético al capital privado). Todo esto en un país (que en cifras de ese año) se presentaba así: el 20% de la población más rica, absorbe el 60% del Producto Interior Bruto, mientras que el 25% más pobre recibe el 4% del PIB; en el que los índices de desempleo y subempleo alcanzan el 46% de la población activa, o en el que el 45% de la población no dispone de agua potable.

Tras esta visita y cediendo a las presiones de Rato, Lucio Gutiérrez, envió al parlamento, con carácter de urgencia, un dardo envenenado para campesinos y trabajadores: la Ley Orgánica de Racionalización Económica del Estado, más conocida como “Ley Topo”. Un nuevo ataque salvaje que pretendía privatizar la seguridad social, las eléctricas, flexibilizar el mercado laboral y la entrega de pozos petroleros muy rentables del Estado a las multinacionales.

El 13 de abril fue una fecha clave. En Quito se paraliza el transporte público, los centros educativos y las oficinas municipales. A lo largo del día se van extendiendo las protestas y pasado el mediodía se registraban 46 marchas de protesta por todo el país: Pichincha, Carchi, Imbabura, Chimborazo, Azuay. Sin embargo, es por la tarde y por la noche cuando se percibe la fuerza real de la movilización. La emisora Radio la Luna, en Quito, hace llamamientos a salir a las calles y da voz al pueblo. Miles y miles de personas se juntan para llegar a las instalaciones de la CSJ y, a pesar de la fuerte represión con decenas de heridos y detenidos, unos cuantos centenares van hasta la casa de Lucio Gutiérrez a gritarle “Lucio fuera” y “el pueblo unido jamás será vencido”. La altanería y falta de conexión con la realidad del presidente queda en evidencia cuando califica de “forajidos” a los manifestantes. Es evidente que quiere mostrar una posición de firmeza para amedrentar a los que protestan. Además, se siente seguro porque esa misma semana ha recibido el apoyo del jefe de Estado mayor de las Fuerzas Armadas de EEUU. Las protestas continúan en los días siguientes y se van radicalizando.

El viernes 15 de abril, ante el ascenso de la movilización, el presidente rodeado de militares (aunque con alguna ausencia significativa, que hace pensar en las primeras divisiones en el ejército) anuncia a través de la televisión el estado de emergencia “con el objeto de paralizar o neutralizar la movilización social que amenaza con desbordarse y terminar con Gutiérrez”, se recortan los derechos de reunión, manifestación, se permite a las autoridades registrar las casas sin orden judicial, etc. A la vez anuncia la disolución de la Corte Suprema de Justicia. Con esta medida intenta calmar los ánimos de sus opositores en el parlamento, de varios sectores descontentos con su actuación y, por otra parte, busca aterrorizar a los sectores populares que se vienen manifestando ininterrumpidamente durante toda la semana y si es necesario reprimirlos en su protesta. De hecho, ya ha empezado a organizar grupos de choque como el grupo “Cero corrupción”, al estilo de las bandas fascistas, para provocar enfrentamientos y justificar la intervención del ejército e, incluso, un golpe militar. En los alrededores de Radio la Luna un grupo de unos 40 provocadores intenta atacar las instalaciones, pero la intervención de miles de personas contra ellos lo impide.

Miles y miles de manifestantes salen a las calles desafiando el estado de emergencia, el ejército no actúa y en menos de 20 horas se anuncia el levantamiento del estado de excepción y la celebración de una sesión extraordinaria del congreso para el domingo 17 de abril para que el congreso ratifique el cese del CSJ (lo cual no quiere decir que se vuelva a reabrir el caso de los ex presidentes corruptos).

Es evidente que el presidente sale derrotado en este pulso. Al retroceder dio un mayor impulso al movimiento popular que, además, percibe más nítidamente la debilidad del gobierno. Sectores de las fuerzas armadas estaban incómodos por la actuación del presidente, la embajadora de EEUU en Ecuador tuvo que llamar a la prudencia y al diálogo al presidente al igual que la Conferencia Episcopal Ecuatoriana y, el vicepresidente, Alfredo Palacio, salió públicamente criticando el estado de emergencia. El vicepresidente, que durante el último año se había ido distanciando de Gutiérrez, y que ahora le exigía que reconociera “los errores cometidos o corre el riesgo de enfrentar una disolución de la nación”, podía ser una buena opción.

Lucio Gutiérrez se encierra en el Palacio de Carondelet y sigue minimizando el movimiento y negándose a ver la realidad: “creo que tenemos más de 2 millones de habitantes (en la capital), y creo que las marchas no han sobrepasado las 10.000, las 20.000 personas, con lo cual el 1% de las personas es el que está activamente manifestándose” y “en el resto del país la situación está completamente tranquila…mientras aquí dicen Lucio fuera, allá dicen Lucio reelección”. Mientras, lejos de disminuir, las protestas continúan. A las 5 de la tarde del 19 de abril más 50.000 personas bajan por las calles de Quito hacia el centro histórico, pero 4000 efectivos policiales les esperan y empieza la represión. Cae el primer muerto de esta explosión social, un camarógrafo chileno que se asfixia por los gases lacrimógenos. Al día siguiente una mujer será asesinada a manos de la policía. En dos días hay más de 180 heridos y decenas de detenidos. En un último intento a la desesperada Gutiérrez pide a Bucaram que abandone el país. El 20 de abril por la mañana hay convocadas manifestaciones de estudiantes de secundaria y universitarios. El ambiente se va caldeando y la situación se hace incontrolable. Finalmente, varios manifestantes consiguen entrar en el interior del congreso que se ha visto obligado por la presión del movimiento popular, a cesar a Lucio Gutiérrez. La plaza donde se encuentra el congreso se llena para celebrar la marcha de Lucio, pero la indignación sigue siendo muy fuerte y numerosos grupos de gente se agolpan en el aeropuerto desde donde saben que huirá el hasta esa tarde presidente. Las últimas noticias hablan de que ha pedido asilo en Brasil, rápidamente la gente ha rodeado la embajada brasileña en Quito en señal de protesta.

Mientras, en un intento por controlar la situación, el congreso nombraba como nuevo presidente al hasta entonces vicepresidente, Alfredo Palacio. Sus primeras declaraciones han sido “hoy han terminado la dictadura, la inmoralidad, la prepotencia, el terror y el miedo. Aquí no va haber perdón ni olvido”.

ACERCA DE LA LIBERTAD DE PRENSA Y SUPUESTOS VINCULOS CON EL NARCOTRAFICO

Cuando el coronel Lucio Gutiérrez, un militar golpista ganó la elección presidencial en noviembre de 2002, trajo al Ecuador algunos indicios de intolerancia con la libertad de expresión.

“El coronel Gutiérrez, a pesar de haber sido un oficial de caballería, pierde con demasiada frecuencia los estribos”, comentó, en aquel entonces, el analista Alberto Acosta ante la serie de exabruptos verbales y contradicciones sistemáticas del mandatario en su primer año de gestión. En la mayoría de los casos fue la reacción de la prensa la que hizo cambiar de opinión al Presidente para minimizar o cambiar sus ideas originales.

Luego de la captura en Manabí de una banda internacional de narcotraficantes liderada por César Fernández, otrora el hombre más rico de esa provincia, los ojos se dirigieron hacia el Palacio de Gobierno. Allí y en compañía del Presidente había sido fotografiado una y otra vez Luis Fernández, hermano del supuesto traficante. De igual manera, apareció una fotografía de la campaña electoral en que el presunto delincuente marchaba con Gutiérrez por la calles de Portoviejo, la capital de la provincia costera de Manabí.

Posteriormente, una investigación de El Comercio reveló que un general de Policía habría advertido al Presidente, seis meses antes del operativo, que un miembro de su entorno estaba vinculado al narcotráfico. Gutiérrez, quien el día de la publicación se encontraba en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, reaccionó amenazando al diario con enjuiciarlo si no revelaba el nombre del oficial de Policía que había servido de fuente para la nota periodística. Voceros del diario se negaron públicamente a revelar la fuente y cuando la cúpula policial juró ante notario público que ninguno de ellos había hablado con periodista alguno de ese diario, el medio dejó entrever que se trataba de un general en servicio pasivo. Las críticas de diversos sectores sociales y periodísticos terminaron por hacer desistir a Gutiérrez de su exigencia y de sus amenazas de juzgamiento.

ESTE ES EL BALANCE DE SU GOBIERNO MUY RESUMIDO POR ASUNTOS DE TIEMPO Y ESPACIO.

Finalmente el ex coronel Lucio Gutiérrez, se marchó por los "tejados" sin cumplir su oferta de promover la Ley Anticorrupción, reducir el número de diputados, descentralizar el país y renegociar la deuda externa. No "murió en el intento", como decía.

Agradezco a quienes se tomaron la molestia de leer esta recopilación y breve síntesis del gobierno del ex presidente Lucio Gutiérrez. Sólo para recordar por quién, muchos, están pidiendo el voto. Cuando escucho a las personas, pues en mi mente aparece una y otra vez, esta idea de que el pueblo parece a veces que no tiene memoria. Que la decisión que tomemos, cualquiera que esta sea, por Gutierrez, Correa, Noboa, Roldos, Sagñay, Gonzalez; sea siempre bien meditada; no dejándonos llevar por odios viscerales, sino por un análisis concienzudo y minucioso de los antecedentes que tenemos a la mano.

Yo no oculto mi voto, para evitar las críticas, que podrían sobrevenirme por este artículo, pero en honor a la honestidad, preferiría mil veces que me pidieran el voto hasta por Noboa, antes que aupar una reelección del coronel, por los motivos antes expuestos.

Por el bien de nuestra patria siempre.



martes, octubre 23, 2007

RACISMO Y XENOFOBIA: DOS PROBLEMAS QUE SI EXISTEN

Transcurría el 7 de octubre de este año, eran las 22h45, cuando el ciudadano español Sergi Xavier N.N. agredió en un tren barcelonés, de forma salvaje e inmisericorde a una adolescente ecuatoriana, por el sólo hecho de ser inmigrante.

El hecho por sí sólo es trascendente, pero no es aislado, pues en el mismo video que se captó de la agresión por las cámaras ubicadas en el ferrocarril, se puede escuchar cómo el español se refiere a agresiones anteriores contra inmigrantes, especialmente marroquíes.

De este suceso podemos obtener algunas reflexiones importantes, sobre temas de los cuales ya es hora que empecemos a discutir como seres humanos y ciudadanos del mundo.

El cobarde español, pobre de espíritu, maltrata e insulta a nuestra compatriota; la llama “inmigrante de mierda” y “zorra”; le aprieta un seno; la increpa hasta llegar a propinarle una patada en el rostro. Mientras eso sucede, se puede observar al menos un pasajero en el vagón, que literalmente no hace nada más que mirar; no interviene siquiera para frenar en algo la agresión, no llama ninguna autoridad, ni da la voz de alarma; únicamente se queda impávido, con actitud impasible, como si nada pasara; incluso como si se tratara sólo de una película violenta que pasaban en un monitor del tren. Es cierto que muchas veces, una persona que se atreve a intervenir, resulta también agredida, pero eso no es justificación para no hacer nada. No importa que el agredido no sea parte de nuestra familia, ni nuestro amigo, ni nuestro compatriota; todos somos ciudadanos del mundo, eso nos obliga a ser solidarios con el resto del género humano.

La otra reflexión implica un problema aun mayor y que ilusamente hemos tratado de convencernos de que dejó de existir después de la II Guerra Mundial; el racismo y la xenofobia.

Quisimos creer que luego del Holocausto Judío, causado por los nazis en Alemania y el resto de Europa, había cesado el odio entre razas y hacia los extranjeros; y estamos a tiempos de despertar del letargo y afrontar ese grave problema que todavía azota al mundo entero. Hace apenas tres décadas estaba Martin Luther King luchando por los derechos de los negros en EE.UU., el país “de las oportunidades y la libertad”, pero que reconocían libertad exclusivamente para blancos con su famoso “apartheid”; hace unos meses veíamos o leíamos en los noticieros y diarios, que en ese país también continúan las agresiones contra los afro americanos, y que el castigo no recae sobre los blancos, sino sobre los negros.

En Europa, a los inmigrantes latinoamericanos les dicen despectivamente “sudacas”; los persiguen, insultan, golpean y humillan; es verdad que no son todos los europeos, pero un caso es suficiente para reconocer que existe una seria dificultad, más cuando ha sucedido varias ocasiones.

En nuestro propio país, aterrizando en nuestra realidad, podemos encontrar los mismos brotes de racismo y xenofobia. En los estadios de fútbol, cuando queremos agredir a un jugador se dice “negro bruto”, es decir que creen que los insultan doblemente, al decirles brutos, pero también negros. Cuántos no hemos escuchado a las tribunas imitar el sonido de los simios para ofender o molestar a un jugador afro ecuatoriano; sin embargo nunca he escuchado que le griten “blanco bruto” a un futbolista, o simulen un sonido animal para referirse a ellos.

Y qué decir acerca de aquellos que al referirse a un bebe, dicen que está lindo porque es blanquito. Y de aquellos que en los buses de transporte o en cualquier lugar, evitan estar al lado de un negro o de un indígena, por el olor, no sea que se les pegue. Y de todos aquellos que creen que todo negro es delincuente. Y también de aquellos que ven con malos ojos a todo colombiano, porque son narcotraficantes o prostitutas.

Cuántos prejuicios hemos acumulado sin sentido. La sinrazón no debería ganarle jamás al buen juicio y a la decencia. Enfrentemos el problema, existe, es real; no sigamos cerrando nuestros ojos, tapando nuestros oídos, y peor aun, callando nuestras voces frente a la injusticia; porque si los seres humanos perdemos nuestra sed de justicia, habremos perdido la característica más importante como personas; dejaremos de ser humanos.

¡LA LUCHA CONTRA EL RACISMO Y LA XENOFOBIA DEBE EMPEZAR YA!

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jueves, abril 12, 2007

¡BASTA YA DE TANTAS MENTIRAS!

“Ningún Congreso salvó una república”
Manuela Sáenz


Durante un par de semanas hemos sido bombardeados por publicidad contratada en los medios de comunicación, por uno de los partidos políticos de la actual oposición, la Unión Demócrata Cristiana (UDC), antes denominado Democracia Popular, promocionando el voto por el NO en la consulta popular que se efectuará este domingo 15 de abril.
La Constitución Política vigente garantiza en su artículo 23 numeral 9, en su primer inciso, la libre expresión, tal como lo cito a continuación: “Sin perjuicio de los derechos establecidos en esta Constitución y en los instrumentos internacionales vigentes, el Estado reconocerá y garantizará a las personas los siguientes: (…) El derecho a la libertad de opinión y de expresión del pensamiento en todas sus formas, a través de cualquier medio de comunicación, sin perjuicio de las responsabilidades previstas en la ley.” Y el Art. 117 indica: “Los partidos y movimientos políticos que no participen del gobierno, tendrán plenas garantías para ejercer, dentro de la Constitución y la ley, una oposición crítica, y proponer alternativas sobre políticas gubernamentales. La ley regulará este derecho.” Por lo tanto en este caso la UDC, está avalada por la Carta Magna para manifestar sus criterios, toda vez que cumpliendo con la Ley Orgánica de Elecciones y la normativa electoral vigente, inscribieron legalmente al tesorero de campaña ante el organismo pertinente, esto es, el Tribunal Supremo Electoral.
Sin embargo, representantes de este partido político y de otros sectores, han desfilado en todos los sets de televisión, cabinas de radio, páginas de periódicos, hojas volantes y demás, tanto como han solicitado y les han dado cabida; divulgando, además de sus criterios de oposición a una Asamblea Constituyente, una serie de mentiras y rumores, y yo me cansé ya de tantas mentiras, y no creo en cucos desde hace muchos años.
La pregunta que debemos responder positiva o negativamente el 15 de este mes, dice así: “¿Aprueba usted que se convoque e instale una Asamblea Constituyente con plenos poderes, de conformidad con el Estatuto Electoral que se adjunta, para que transforme el marco institucional del Estado, y elabore una nueva Constitución?” Es a este cuestionamiento que debemos responder. Los opositores afirman que hay gato escondido en la redacción del estatuto, yo no lo he encontrado ni una pata de tal felino oculto en dicho texto. A las pruebas me remito.
El Art. 1 del Estatuto de Elección, Instalación y Funcionamiento de la Asamblea Nacional Constituyente establece:
“DE LA NATURALEZA Y FINALIDAD DE LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE. La Asamblea Constituyente es convocada por el pueblo ecuatoriano y está dotada de plenos poderes para transformar el marco institucional del Estado, y para elaborar una nueva Constitución. La Asamblea Constituyente respetará, profundizando en su contenido social y progresivo, los derechos fundamentales de los ciudadanos y ciudadanas. El texto de la Nueva Constitución será aprobado mediante Referéndum Aprobatorio.
La transformación del marco institucional del Estado y la nueva Constitución, sólo entrarán en vigencia con la aprobación en referéndum, de la nueva Constitución.”
El Art. 23 del mismo estatuto indica lo siguiente:
“DEL REFERÉNDUM APROBATORIO. Una vez aprobado el texto de la nueva Constitución y dentro de los cuarenta y cinco (45) días siguientes, el Tribunal Supremo Electoral convocará a un referéndum, para que el pueblo ecuatoriano apruebe o rechace el texto de la nueva Constitución por, al menos, la mitad más uno de los sufragantes.”
Algunos de los opositores nos quieren confundir al decirnos que el artículo 23 se refiere a que en el referéndum sólo se pondrá a consideración el texto de la nueva Constitución, y que si la Asamblea Constituyente reforma el marco institucional del Estado, eso no se consultaría al pueblo, y que en eso radicaría el mayor peligro de la labor de la Asamblea.
Ahora bien, muchos se preguntarán, qué comprende el marco institucional. El marco institucional abarca la estructura, integración y funcionamiento del Gobierno Central, del Congreso, de las Cortes de Justicia, de los tribunales electorales, de los consejos provinciales, de los municipios, de la Procuraduría, la Contraloría, la Fiscalía, las Superintendencias, de los organismos públicos como el Consejo Nacional de la Judicatura, la Defensoría del Pueblo, la Comisión Cívica de Control de la Corrupción, de las fundaciones y corporaciones creadas por los municipios o los consejos provinciales, para administrar algún servicio público; además abarca la organización territorial, pudiendo acoger las autonomías regionales.
Cuando esos ciudadanos nos dicen que tengamos cuidado con el artículo 23 del estatuto, ¿será acaso que no saben leer o que pretenden engañarnos?; porque claramente se entiende en el artículo 1 que tanto el texto de la nueva Constitución como todos los cambios que se realicen al marco institucional, sólo y únicamente regirán si la mitad más uno de TODOS los sufragantes lo aprueban. Esto no es pérdida de tiempo, simplemente democracia, que tal como su etimología lo expresa es el poder del pueblo (demos = pueblo, kratos = poder).
En el segundo inciso del artículo 1 de la Constitución Política de la República del Ecuador se establece que “La soberanía radica en el pueblo, cuya voluntad es la base de la autoridad, que ejerce a través de los órganos de poder público y de los medios democráticos previstos en esta Constitución.” La consulta popular o referéndum es una de las formas democráticas que la Carta Magna pone a disposición del soberano, podemos encontrarla desde el Art. 103 hasta el 108.
No intenten asustarnos con cucos viejos, basta ya de imágenes que sólo intentan manipularnos con ideas tales como guerra civil, salida de la dolarización, caos absoluto en la república, etc. La oposición tiene derecho de expresar lo que piensa, pero que argumenten y fundamenten adecuadamente sus opiniones. Que nos digan la verdad.
En lo personal, no creo que esa Asamblea Nacional Constituyente, en caso de que efectivamente se instale y trabaje, proponga la salida de la dolarización; sin embargo, ya que estamos en el país del ridículo, donde todo es posible, si llegara a darse ese absurdo, simplemente podemos votar por el NO en el referéndum aprobatorio que se convocará ineludiblemente, luego de culminado el plazo de duración de la Asamblea.
Cada ciudadano ecuatoriano apto para sufragar, puede escoger libremente cuál será su pronunciamiento en las urnas, sea por el SI o por el NO; la oposición tiene la obligación moral y el derecho legal de criticar al gobierno, pero además de proponer alternativas y educar al pueblo, no asustarlo.
¿Dónde está el gato escondido? No puedo evitar recordar aquella frase que se ha popularizado en el país a propósito de la crisis de la Función Legislativa, NO MAS QUESO A LAS RATAS DEL CONGRESO. ¿Será acaso que por eso tienen pesadillas con los gatos? Sólo el tiempo lo dirá y la historia lo juzgará.
VOTA SI, VOTA NO, TU DECIDES. ACUDE A VOTAR.

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viernes, junio 02, 2006

EL FESTIN DEL PETROLEO

"Los hombres indiferentes a la desventura de la Nación; aunque sean privadamente laboriosos, son los auxiliares inconscientes de las desgracias y corrupciones de los pueblos. Su indiferencia los vuelve aliados tácitos de los tiranos, y con su pusilanimidad se convierten en instrumentos pacíficos, prontos a protestar contra los esfuerzos del patriotismo, que en unión del tirano, contribuyen a sacrificar. ¡Obreros de la regeneración, perdonad a esos desgraciados que no saben lo que hacen!" Eloy Alfaro

TRES GOTAS DE COMBUSTIBLE

"Una de las mayores desgracias de un país petrolero, caído en manos de compañías extranjeras, consiste en ser un país de sordos, mudos y ciegos.
Los sordos son, por supuesto, los que gobiernan. Como sus oídos están sellados con una sólida mezcla de oro y asfalto, jamás llegan hasta ellos los clamores de la nación sometida, las constantes quejas del pueblo. Sentados sobre una torre petrolera, sus orejas se destapan - y no siempre - sólo cuando un fuerte terremoto sacude la torre. Tal sordera resulta explicable: si a la silla de un rey jamás llegan los lamentos e imprecaciones de la plebe, menos pueden llegar a la cumbre de una torre petrolera, que es cien veces más alta que el trono de cualquier monarca.
En cuanto a los mudos, son los gringos petroleros, que jamás se hacen entender, ya que nunca se dignan hablar la lengua nativa. Ni cuando gruñen en su propio idioma se los entiende, pues apenas pronuncian una letra, un vómito negro les sale de las entrañas y cae, como duchazo espeso y caliente, sobre el público. Cosa que también se explica fácilmente, pues un gringo petrolero come sólo petróleo del mismo modo que comen solamente carne los animales carniceros. Desde luego con una notable diferencia. Los segundos - la hiena, por ejemplo - como animales subdesarrolados que son, tienen la tonta costumbre de tragar solamente lo que su panza les permite. El gringo petrolero, luego de saciarse, devora previsoramente grandes reservas, "por si las moscas", para aguantar los malos tiempos. Con la desventura de que esa previsión no le pone a cubierto del exceso, debido al cual el robusto y desarrollado animal vomita por barriles, y en ocasiones revienta.
¿Y los ciegos? ¿Quiénes son los ciegos en un país petrolero? Pues todos, salvo tres o cuatro genios que, por serlo, están sentados encima de la torre. Es decir, ciegos son Luis, Antonio, María, José, Perico de los Palotes, la Juana y la Chana. Seres sin apellidos, que claman diariamente ante los sordos de la torre, y que si algo preguntan a los mudos reciben por respuesta ese vómito espeso. La ceguera de estos seres desdichados se produce, cabalmente, de tanto mirar la cúspide de la torre, donde baila un sol de reyes, cegador, y a causa del vómito quemante que les cae sobre los ojos. Mas la suya no es una calamidad eterna. Llega el día en que los sordos ruedan desde su altura hasta hundirse en un pozo, y en que los mudos se ahogan en su propio vómito. Brilla finalmente el sol de los humildes, restituyendo la luz a los ciegos. Entonces el petróleo, convertido en energía y riqueza comunes, se encarga de curar los ojos lacerados.
Con la aspiración de que ese día esté cercano, y de que los ciegos vean pronto..." he transcrito estas líneas que escribiera Jaime Galarza hace muchos años como introducción a su libro "El festín del petróleo"
Porque ya es hora de frenar tantos abusos y mentiras. Hace pocos días un representante de la compañía Occidental, reveló públicamente en un foro sobre el petróleo, que jamás invirtieron mil millones de dólares para la explotación de crudo en el Bloque 15, sino sólo cuatrocientos millones, y que esa inversión había sido recuperada y y sus ganancias la ampliaron con creces, por lo tanto no les afectaba mayormente la caducidad de su contrato con el estado ecuatoriano. Y sin embargo, apoyados por el gobierno estadounidense, han demandado una compensación por supuesta confiscación de bienes, por la cantidad de mil millones de dólares.
Abramos los ojos de una vez y no permitamos que nos sigan engañando.

miércoles, mayo 31, 2006

MARCHA POR LA SEGURIDAD

"Queremos que mi hija sea no la gota que derramó el vaso sino la bebé que regó el agua". Estas fueron las palabras del padre de la niña Natalia Fabara, al explicar las razones para organizar una marcha ciudadana por la seguridad en Guayaquil.
Es una verdadera lástima que debiera morir un angelito para que la ciudadanía despierte y salga a las calles a reclamar por parte del estado mayor protección ante la delincuencia que aumenta de manera incontrolable.
El Alcalde de Guayaquil, Ab. Jaime Nebot ha manifestado que el permiso para realizar la marcha de los cirios blancos o por la seguridad, el próximo 7 de junio, será concedido. Debido a su inminente realización me uno a la iniciativa desde este humilde blog, porque no podemos aguantar más. Y ahí estaré, porque lo peor que un buen ciudadano puede hacer frente a las desventuras de su patria, es ser indiferente y no hacer nada, tal como lo dijera hace mas de cien años el Gral. Eloy Alfaro.
Por eso, tú guayaquileño, tú ecuatoriano, sal a las calles a levantar tu voz de protesta. Dicen por ahí que tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe, pues hagamos lo mismo, reclamemos hasta que nuestros gritos rompan la coraza de indiferencia de nuestras autoridades.

martes, mayo 30, 2006

ESTAMOS CANSADOS

Los ecuatorianos estamos cansados ya de tantas mentiras y tanta desidia de parte de quienes nos gobiernan y administran las funciones del estado y los servicios. Porque la desgracia de aquellas familias que perdieron a sus hijos recién nacidos por la ignominiosa actuación u omisión de los directores y empleados de un centro de salud, no admite compensación económica alguna ni explicaciones trilladas, y menos admite mentiras recurrentes.
Las lágrimas ruedan por mi rostro al ver la noticia y es que me resisto a creerlo. Sin ser madre, trato de imaginarme el dolor de una mujer que luego de albergar en su vientre a su hijo durante nueve meses, esperaba su llegada con ilusión, ansiaba estrechar su bebe entre sus brazos, y todo lo que encuentra es la indolente actitud de unos médicos que ni siquiera tuvieron la decencia de decirle la verdad acerca de la muerte de su hijo.
Y cuando esa verdad involucra desvío de recursos, falta de cuidados básicos como mantener limpias las instalaciones del centro hospitalario, sólo queda decirles que YA ESTAMOS CANSADOS.
¿Hasta cuándo más muertes de inocentes? Ayer fueron los angelitos víctimas de la inoperancia de las autoridades sanitarias, también está esa pobre niña víctima de la inseguridad y la delincuencia, que muriera mientras regresaba de la escuela a su hogar. Las lágrimas, el sufrimiento y el dolor inconsolable de esas madres y sus familias no tienen precio, NO pueden curarles las heridas del alma, pero sí pueden por lo menos, sancionar a los culpables.
Decía el "honorable padre de la patria" Pocho Harb que no tenía por qué darle explicaciones a nadie si se iba al mundial, porque él se iba con vacancia del congreso o sin ella. ¿Y el pueblo? Bien gracias, escucha la noticia y lo toma con indiferencia. Se olvida el "señor" Harb que es un mandatario del pueblo que votó por él y a quien supuestamente debe representar en el congreso. Sí tiene la obligación de dar explicaciones y rendir cuentas al pueblo.
Y es que para muestra basta un botón, la mayoría de los gobernantes son así, vacían las arcas del estado y desatienden las necesidades del pueblo. Después de todo, ellos y sus familias siempre tienen protección policial o militar. Después de todo si se enferman serán atendidos en clínicas privadas. Por eso son indiferentes al dolor del pueblo, porque no es su dolor.

Ojalá los ecuatorianos meditemos seria y profundamente nuestro voto para las próximas elecciones y que entiendan por fin aquellos que dicen gobernarnos, que estamos cansados.

lunes, abril 24, 2006

El Viejo Luchador

Sólo al evocar el nombre de Eloy Alfaro, los nervios de hombres y mujeres patriotas se templan con el fulgor del acero de su espada; el corazón se ensancha de emoción y el pensamiento despliega sus alas en el amplio horizonte de la lucha por la libertad de nuestro pueblo, el Ecuador.
El insigne manabita, Eloy Alfaro, nació en Montecristi el 25 de mayo de 1842, hijo de padre español y madre mulata ecuatoriana. No recibió enseñanza alguna en escuela o colegio; pero su auto educación le dio la capacidad suficiente para emprender, desde muy joven, la lucha contra los gobiernos tiránicos de García Moreno y Veintimilla, Ignacio de la cuchilla, como él lo llamaba.
En su formación ideológica, desempeñó un rol importante su amigo, el cosmopolita Juan Montalvo, quien con su pluma matara a García Moreno.
De batalla en batalla, acompañadas de consecutivos exilios a Panamá, fue tejiendo paso a paso sus grandes ideales de justicia, libertad e igualdad entre los hombres y mujeres del Ecuador y otros pueblos de América.
Alfaro luchó en contra de los terratenientes y señores feudales del Ecuador. Contra la Iglesia que tenía gran poderío económico, principalmente eran propietarios de tierras y mucha injerencia política en todos los gobiernos; sin embargo no fue un enemigo de la religión, como se lo acusa, por plantear la libertad de cultos, lo que quiso fue que la Iglesia se ocupara de ser guía espiritual y no de la política ni del poder. Pero todo esto indignaba a los conservadores que, aliados con la jerarquía eclesiástica, querían el poder para conservar sus privilegios políticos, sociales y económicos, y luchaban en contra de Alfaro que quería acabar con esas injusticias. Por esto se vio en la necesidad de fundar el Partido Liberal que refrescó el ámbito nacional con ideas nuevas de libertad de pensamiento, palabra, cultos, asociación y comercio; Alfaro implantó el liberalismo y el laicismo en el Ecuador.
Su infatigable lucha revolucionaria dio frutos en 1895, cuando fue nombrado Jefe Supremo en Guayaquil. Triunfó en Yaguachi, San Miguel, Gatazo, le fue entregada Riobamba que había sido tomada por sus hermanos indígenas y avanzó a Quito. Posteriormente fue nombrado Presidente en 1896 y desde esa posesión, emprende su gran obra educativa, fundando los colegios Mejía, Montalvo, Manuela Cañizares, el colegio militar Eloy Alfaro y otros tantos, sembrando de escuelas el país, dando al Ecuador el derecho a una educación laica y gratuita.
Por primera vez en nuestro país, por decreto presidencial, una mujer logró ingresar a la Universidad para estudiar Medicina, y por decreto también, permitió que las mujeres trabajaran en las oficinas de correos de todas las provincias del país. El valor y empuje de estas mujeres sumado a la decisión de Alfaro, marcaron un hito importantísimo en la lucha de las mujeres por la igualdad de géneros.
Dictó numerosas leyes a favor de los indígenas, obreros, impulsó el comercio, la agricultura, la artesanía y la electrificación en el país.
En su segundo período presidencial desde 1906, impulsó y continuó la monumental obra del ferrocarril, uniendo Guayaquil y Quito, la Costa con la Sierra, hermanando pueblos con sus vías, con gran sentido de unidad nacional e impulsando el intercambio de comercio, turismo y costumbres.
Resulta paradójico creer que un hombre sin formación educativa institucional haya amado y hecho tanto por la educación, la cultura, la ciencia y el desarrollo de nuestro pueblo, creando especialmente colegios formadores de maestros y fundando escuelas por doquier. Lo hizo porque sabía que solamente un pueblo educado y culto es capaz de luchar por la libertad y sus derechos.
Filosóficamente hablando, la libertad no es otra cosa que la satisfacción plena de las necesidades materiales y espirituales, en cada época de la historia, dependiendo del grado de desarrollo social. Por este tipo de libertad fue que luchó Alfaro.
Eloy Alfaro significa la lucha por la libertad en todos los ámbitos; educación para todos; la unión de pueblos grandes y pequeños de Sierra y Costa; promoviendo la unidad nacional, libre de regionalismos mezquinos y enfermizos, concentradores y centralistas, que detienen el desarrollo equilibrado de todos los pueblos de la Patria. Realmente Alfaro emprendió la transformación de la República, arrancando el poder del dominio de los terratenientes y conservadores, quienes fueron sus enemigos mortales, quienes le persiguieron, exiliaron y encarcelaron, llegando hasta a arrastrarle hacia la humillante muerte en la Hoguera Bárbara, junto con sus hermanos y generales, patriotas y leales, el 28 de enero de 1912. Apagando así la llama de su grandeza libertaria; pero quede en claro que su muerte física no implica de ninguna manera la muerte de sus ideales; porque a los hombres como Alfaro, Bolívar, Sucre, Martí, Sandino, el che Guevara, no se los mide jamás de los pies a la cabeza, sino de la cabeza al cielo, porque su grandeza de ideales no tiene límites, sino en el tiempo y el espacio; para que hombres y mujeres de todas las latitudes, recojan esos pensamientos y tal cual una bandera, la desplieguen en su lucha para alcanzar la libertad, la justicia y la igualdad entre los seres humanos.
En nuestro país en crisis, con 12 millones de ecuatorianos, de los cuales el 80% son pobres; con analfabetismo, sin salud, sin trabajo, subdesarrollados y endeudados hasta los huesos. Con corrupción galopante que golpea las puertas de Carondelet llegando hasta el último portero, con empresarios privados y contrabandistas que no pagan impuestos, con políticos farsantes y corruptos. Con burocracia dorada que fomenta y permite el atraco de los fondos públicos y una administración de justicia que no castiga los crímenes. Pero, entendámoslo bien, somos un país rico, con variedad de climas, tierras fértiles, riquezas minerales y naturales; y aun así somos como un mendigo sentado en un banco de oro.
Por todo esto… ¡cuánta falta nos hacen uno o dos Alfaros para emprender la segunda Revolución! Ya que los ejércitos de pobres y jóvenes ecuatorianos están listos para hacer temblar el mundo.
Recordando el pensamiento y la obra del Viejo Luchador podemos decir:
¡Viva Alfaro. Tú no has muerto. Vives en el corazón de tu pueblo. Desde siempre y hasta siempre!

LAS ANTEOJERAS DEL PUEBLO ESTADOUNIDENSE

No es un escrito de mi autoría, pero cuando lo leí me pareció que no debía ser privilegio de unos pocos abrir los ojos respecto de la posición de los Estados Unidos frente al resto del mundo, a lo largo de la historia.

Ahora que la mayor parte de estadounidenses ya no cree en la guerra, ahora que ya no confían en Bush y su gobierno, ahora que la evidencia del engaño se ha hecho abrumadora (tan abrumadora que incluso los principales medios de comunicación, tarde como siempre, han comenzado a mostrar una cierta indignación), podríamos preguntarnos: ¿cómo ha podido engañarse a tanta gente durante tanto tiempo?
La pregunta es importante porque podría ayudarnos a comprender por qué nuestro pueblo, tanto los miembros de los medios de comunicación como el ciudadano corriente, corrió a manifestar su apoyo a un presidente que estaba enviando tropas al otro lado del mundo, a Iraq.
Un pequeño ejemplo de la inocencia (servilismo, para ser más exacto) de la prensa es el modo cómo reaccionó a la presentación de Collin Powell, en febrero del 2003, en el Consejo de Seguridad, un mes antes de la invasión, un discurso que puede haber establecido un récord mundial de falsedades dichas de un tirón. En dicho discurso, Powell enumeró, con toda confianza, sus “pruebas”: fotografías tomadas desde satélites, conversaciones grabadas, informes de espías con estadísticas muy precisas de cuántos litros de esto y de lo otro había disponibles para la guerra química. El New York Times se quedó sin aliento de pura admiración. El editorial del Washington Post consideraba las pruebas “irrefutables” y declaraba tras la charla de Powell: “Es difícil imaginar que alguien pueda dudar que Iraq posee armas de destrucción masiva”.
Considero que hay dos razones, profundamente enraizadas en nuestra cultura nacional, que contribuyen a explicar la vulnerabilidad de la prensa y la ciudadanía ante este tipo de crudas mentiras cuyas consecuencias han supuesto y suponen la muerte de decenas de miles de personas. Si somos capaces de comprender estas razones, podremos protegernos mejor de los engaños.
La primera es la dimensión temporal, es decir, la falta de perspectiva histórica. La segunda es la dimensión espacial, es decir, una incapacidad de pensar más allá de los límites del patriotismo. Estamos encerrados por la arrogante idea de que este país es el centro del universo, y de que es excepcionalmente virtuoso, admirable y superior.
Si no conocemos la historia, entonces somos presas fáciles de políticos carnívoros y de los intelectuales y periodistas que les facilitan la cobertura. Y no hablo aquí de la historia que estudiamos en la escuela, una historia servil hacia nuestros líderes políticos, desde los admirados Padres Fundadores hasta los presidentes de estos últimos años. Hablo de una historia que trate con honestidad el pasado. Si no conocemos esa historia, entonces cualquier presidente puede dirigirse a nosotros desde una hilera de micrófonos y declarar que debemos ir a la guerra, y no tendremos fundamento alguno para cuestionarlo. Nos contará que la patria está en peligro, que la democracia y la libertad están en juego y que, por consiguiente, debemos enviar buques y aviones para destruir a nuestro enemigo, y no tendremos razones para no creerlo.
Pero si conocemos la historia, si sabemos cuántas veces otros presidentes han hecho similares declaraciones al país, y cómo resultaron ser mentira, entonces no nos van a engañar. Aunque algunos de nosotros podamos decir con orgullo que no nos hemos dejado engañar nunca, también podríamos aceptar como deber cívico la responsabilidad de apoyar a nuestros conciudadanos contra la mendacidad de nuestros más altos funcionarios.
Podríamos recordarles que el presidente Polk mintió a la nación sobre las razones para ir a la guerra con México en 1846. No era que este país hubiera “derramado sangre estadounidense en nuestro propio suelo”, sino que Polk, y nuestra aristocracia esclavista, deseaban apoderarse de la mitad del territorio de México.
Podríamos señalar que el presidente McKinley mintió en 1898 sobre las razones para invadir Cuba, diciendo que queríamos liberar la Isla del control de España, cuando la verdad era que efectivamente queríamos que España abandonara Cuba para poder ofrecérsela a la United Fruit y otras corporaciones de EE.UU. Mintió también sobre las razones de nuestra guerra en las Filipinas, cuando afirmó que sólo buscábamos “civilizar” a los filipinos, cuando la razón real era hacerse con un buen pedazo de tierra en el Pacífico occidental, aunque para ello tuviéramos que matar a miles de filipinos.
Nuestro presidente Thomas Woodrow Wilson –con tanta frecuencia calificado en nuestros libros de historia de “idealista”- mintió sobre nuestras razones para entrar en la I Guerra Mundial, afirmando que era una guerra para “hacer el mundo seguro para la democracia”, cuando realmente era una guerra para hacer el mundo seguro para los poderes imperiales occidentales.
Harry Truman mintió cuando dijo que la bomba atómica fue lanzada sobre Hiroshima porque esta ciudad era “un objetivo militar”.
Todos mintieron sobre Vietnam: Kennedy sobre la magnitud de nuestra implicación, Jonson sobre el incidente del Golfo de Tonkín, Nixon sobre el bombardeo secreto de Camboya, todos ellos asegurando que se trataba de mantener Vietnam del Sur libre de comunismo, cuando lo que realmente querían era mantener ese país como avanzadilla estadounidense en el confín del continente asiático.
Reagan mintió sobre la invasión de Granada, afirmando, falsamente, que era una amenaza para nuestro país.
Bush padre mintió sobre la invasión de Panamá, que tuvo como consecuencia la muerte de miles de civiles de ese país. Luego volvió a mentir sobre la razón para atacar a Iraq en 1991: no se trataba de defender la integridad de Kuwait -¿es alguien capaz de imaginar a Bush afligido por la invasión de este país por Iraq?- sino de afirmar el poder de EE.UU. en un Oriente Próximo rico en petróleo.
Teniendo en cuenta este abrumador récord de mentiras destinadas a justificar guerras, ¿cómo se puede creer al joven Bush cuando expone sus razones para invadir Iraq? ¿No deberíamos rebelarnos, instintivamente, contra el sacrificio de nuestras vidas a cambio de petróleo?
Una lectura atenta de la historia podría dar los otros elementos de protección contra la mentira. Podríamos entender que siempre ha habido, y sigue habiendo, un profundo conflicto de intereses entre el gobierno y el pueblo de los Estados Unidos. Este pensamiento resulta perturbador para una mayoría de personas, por cuanto va en contra de todo lo que nos han enseñado.
Se nos ha inducido a creer que, desde el principio, tal como nuestros Padres Fundadores inscribieron en el Preámbulo de la Constitución, éramos “nosotros, el pueblo” quienes establecimos el nuevo gobierno tras la Revolución. Cuando el eminente historiador Charles Beard sugirió, hace ya cien años, que la Constitución representaba no al pueblo trabajador, no a los esclavos, sino a los esclavistas, a los mercaderes y los rentistas, fue objeto de un editorial indignado en el New York Times.
Nuestra cultura exige, en su lenguaje mismo, que aceptemos la comunidad de intereses que nos une los unos a los otros. No debemos hablar de clases. Sólo los marxistas lo hacen, aunque James Madison, “Padre de la Constitución”, afirmara ya, treinta años antes del nacimiento de Karl Marx, que había un conflicto inevitable en la sociedad entre aquellos que eran propietarios y los que no lo eran.
Nuestros actuales líderes no son tan francos. Nos bombardean con términos como “interés nacional”, “seguridad nacional” y “defensa nacional” como si todos estos conceptos se aplicasen de la misma manera a todos nosotros, blancos o negros, ricos o pobres; o como si General Motors y Halliburton tuvieran los mismos intereses que el resto de nosotros, o como si los de George Bush fueran los mismos que los de los jóvenes que envía a la guerra.
No cabe duda de que, de todas las mentiras dirigidas a nuestro pueblo, esta es la mayor. En la historia de los secretos escondidos al pueblo estadounidense, este es el mayor de ellos: que hay clases sociales que tienen diferentes intereses. Ignorarlo –desconocer que la historia de nuestro país es la historia del propietario de esclavos contra el esclavo, del propietario contra el inquilino, de la corporación contra el trabajador, del rico contra el pobre- es dejarnos desarmados ante todas las mentiras menores que nos cuenta la gente que detenta el poder.
Si nosotros como ciudadanos partimos del entendimiento de que esa gente de arriba –el presidente, el Congreso, el Tribunal Supremo, todas esas instituciones que se supone que garantizan el “equilibrio de poder”- no está pensando en nuestros intereses, entonces estaremos en el buen camino hacia la verdad. Desconocer esto es dejarnos a nosotros mismos desarmados ante una serie de mentirosos a plena dedicación.
La creencia tan firmemente imbuida –no desde nuestro nacimiento, pero sí por medio del sistema educativo y de nuestra cultura en general- de que Estados Unidos es una nación particularmente virtuosa, nos deja particularmente vulnerables ante los engaños de nuestro gobierno. Los engaños comienzan pronto, en el primer curso de educación básica, cuando nos obligan a “jurar fidelidad” (antes incluso de que sepamos qué quiere decir esa palabra), y nos fuerzan a proclamar que esta es una nación con “libertad y justicia para todos”.
Y luego están las innumerables ceremonias, en parques o recintos cerrados, en las que se supone que debemos ponernos de pie y agachar la cabeza mientras suena nuestro himno nacional, que anuncia que somos “la tierra de los libres, el hogar de los valientes”. Y hay también el himno oficioso “Dios bendiga a América”, y la gente te mira con mala cara si te atreves a preguntar por qué Dios debería escoger a esta nación en particular –el 5% de la población mundial- para bendecirla con su gracia.
Si partimos de este punto de vista en la evaluación del mundo, es decir, del firme convencimiento de que este país ha sido dotado por la Providencia de cualidades únicas que lo hacen moralmente superior a todos los demás sobre la Tierra, entonces no es probable que cuestionemos al presidente cuando nos comunica que enviaremos a nuestras tropas a este o aquel país, o que bombardearemos por aquí o por allá, a fin de extender nuestras virtudes –la democracia, la libertad y, no lo olvidemos, la libre empresa- a cualquier lugar del mundo literalmente dejado de la mano de Dios.
En ese momento, es preciso, si queremos protegernos a nosotros mismos y a nuestros conciudadanos contra políticas que son desastrosas no sólo para otros pueblos sino también para el nuestro, que tengamos a mano los datos que ponen en cuestión la idea de una nación virtuosa como ninguna.
Los datos son perturbadores, pero debemos asumirlos si queremos ser honestos. Debemos asumir nuestra larga historia de limpieza étnica, en la que millones de indios fueron arrojados de sus tierras por medio de matanzas y deportaciones forzadas. Y nuestra larga historia, que no hemos dejado aún atrás, de esclavismo, segregación y racismo. Debemos tener presente nuestra larga tradición de conquistas imperiales, en el Caribe y en el Pacífico, nuestras vergonzosas guerras contra países de tamaño inferior a una décima parte del nuestro: Vietnam, Granada, Panamá, Afganistán, Iraq. Y la permanente memoria de Hiroshima y Nagasaki. No es una historia de la que podamos estar orgullosos.
Nuestros líderes han dado por sentado, y han implantado esta creencia en las mentes de mucha gente, que tenemos derecho, por nuestra superioridad moral, a dominar el mundo. Al finalizar la II Guerra Mundial, Henry Luce, con una arrogancia apropiada a su figura de propietario de las revistas Time, Life y Fortune, acuñó el término de “el siglo americano”, con lo que quería decir que la victoria en la guerra daba a Estados Unidos derecho a “ejercer sobre el mundo toda la fuerza de su influencia, para los fines que creamos convenientes y por los medios que creamos convenientes”.
Tanto el partido republicano como el demócrata han hecho suya esta idea. George Bush, en su discurso de toma de posesión, el 20 de enero del 2005, afirmó que difundir la libertad por todo el mundo era la “exigencia de nuestro tiempo”. Años antes, en 1993, Bill Clinton, hablando en una ceremonia de entrega de diplomas en la academia militar de West Point, declaró: “Los valores que han aprendido ustedes aquí (…) podrán difundirlos por todo nuestro país y por todo el mundo, y dar a otras personas la posibilidad de vivir como ustedes han vivido y desarrollar las capacidades que Dios les ha concedido”.
¿En qué se basa la idea de nuestra superioridad moral? Sin duda, no en nuestro comportamiento hacia otros pueblos en otros lugares del mundo. ¿Se basa entonces en el alto nivel de vida de la gente en Estados Unidos? En el 2000 la Organización Mundial de la Salud publicó su clasificación de países en términos de situación sanitaria general, y EE.UU. ocupaba el lugar 37 de la lista, aunque gasta más dinero por persona en cuidados de salud que cualquier otro país del mundo. Uno de cada cinco niños de este país, el más rico del mundo, nace en la pobreza. Hay más de cuarenta países que tienen una mortalidad infantil más reducida, entre ellos Cuba. Y hay otro signo evidente de enfermedad social: tenemos la mayor población reclusa del mundo, más de dos millones de personas.
Una estimación más honesta de nosotros mismos como pueblo podría prepararnos para la próxima batería de mentiras que acompañará a la próxima propuesta de imponer nuestro poderío en algún otro lugar del mundo. También podría inspirarnos la elaboración de una historia diferente de nosotros mismos, arrancar nuestro país de las manos de los mentirosos y asesinos que lo gobiernan, y –mediante el rechazo del nacionalismo arrogante- unirnos al resto de países de la raza humana en la causa común de paz y justicia.

Howard Zinn
The Progressive